Víctor M.Amela.-Olivier Bouyssi me imparte una lección de felicidad pese a la adversidad y el dolor. Enseña con seriedad la capacidad de estar sereno y alegre, incluso si te extirpan parte del pene. Tras su penectomía, su novia de entonces le dejó: "Fue incapaz de entender que la falta de cuatro centímetros no significaba que todo acabara. Sólo debíamos explorar nuevos caminos para nuestra relación afectiva y sexual. Se negó, se fue. ¡Y eso me devolvió la calma! Había conseguido desequilibrar mis energías...", escribe Olivier en su libro Feliz contra todo pronóstico (Plataforma), que ha venido a dar una charla en el centro Pronokal. "¡Agradece todas las experiencias!", aconseja. uántas veces ha entrado en un quirófano? Perdí la cuenta hace mucho.
¿Cuánto tiempo lleva en tratamientos médico? ¡Años enteros! Desde hace 24 años, cuando el accidente: iba en moto... y un coche me arrolló. Siete costillas rotas, los dos fémures rotos, el cráneo roto y los pulmones encharcados en sangre.
Para haberse matado. Me trasladaban al hospital y casi muero: no podía respirar. Pensé en lo que sé de buceo.
¿A qué se refiere? Conservé la calma y me concentré en el mínimo oxígeno que captaba. Y resistí. Pero a los pocos meses, recibí el mazazo.
¿Qué mazazo? "Tiene sida", me diagnosticaron. Infectado en una transfusión de alguna de las cirugías.
Lo que faltaba. Y era a finales de los años ochenta, cuando el sida era letal. Mi sistema inmunitario se hundía. Sentí que me quedaba poco tiempo.
¿Y qué hizo? Mi sueño era vivir en el Caribe. Y me fui. Sin casi nada, en una cabaña, fui feliz. Y me enamoré de una chica, Mylene.
Y la enfermedad, ¿qué? Cuando me sentí peor, regresamos. Mantuvimos el sida a raya, pero llegó otro revés.