Sin embargo, la influencia de los padres en los adolescentes es mucho mayor de lo que se cree: pueden acompañar y ayudar a su hijo o a su hija a convertirse en una persona adulta madura, responsable y capaz. Y para ellos la comunicación es clave, no solo como herramienta de prevención de riesgos, sino también para evitar la tensión emocional que puede surgir. Solo hablando con un adolescente podemos educarlo, y solo escuchándolo podemos realmente conocerlo.
A pesar de su mala prensa, la adolescencia no tiene por qué ser dramática. De hecho, Eli Soler, la autora de esta obra, tiene una visión muy positiva sobre este período de la vida, y explica en un tono amable y realista qué podemos hacer como padres de adolescentes en relación con los temas que más preocupan: los estudios, las amistades, la sexualidad, Internet, entre muchos otros.