Los niños de hoy son sometidos a un verdadero arresto domiciliario debido a los miedos que tienen los padres; a la apretada agenda de «inglés-violín-ballet» que hay que cumplir para que tengan más «oportunidades», y también a lo incómodo que resulta muchas veces que se ensucien. Pero ¿se puede tener una infancia completa sin trepar a los árboles, sin jugar en el barro o sin hacer cabañas secretas con ramas en medio del campo? Que el juego es una necesidad vital para los niños es algo que nadie discute. Sin embargo, del tiempo que pasan jugando, solo unos pocos lo hacen al aire libre, sin más elementos que los que encuentran en la naturaleza. Y es precisamente este tipo de juego el que resulta más beneficioso para el desarrollo físico, intelectual y emocional. Porque jugar significa placer, riesgo y libertad, tres competencias que se aprenden mejor de pequeño. En Jugar al aire libre, la autora, bióloga, educadora y fundadora de la primera escuela infantil al aire libre, explica por qué jugar fuera es imprescindible en el crecimiento de los niños y qué podemos hacer para fomentarlo.
BBVA La naturaleza como protagonista de la educación