A los seis años, armado con la cimitarra de marfil que venía con su tebeo favorito, Vincent Monadé revivió las aventuras del héroe prehistórico Rahan. A los ocho se enamoró perdidamente de Fantômette, la audaz niña que de día estudiaba en el instituto y de noche arruinaba los planes de los malhechores. A los dieciséis, descubrió a Zola.
Fue librero, escritor para políticos y agregado cultural en el Congo. Vive con una lectora apasionada y no se ponen de acuerdo sobre ningún libro, o casi ninguno. Cuando no está leyendo, preside el Centre national du livre, en París.